Aire Líquido por Omar Hefling

Aire puro para el teatro


Siempre cuando cruzo los pueblos a las orillas de las rutas veo a un chico mirando al borde de ese infierno con todas las ganas de huir. Siempre los veo y a veces los sueño.

No se porqué nunca escribí sobre esta cuestión, ahora le debo a Soledad González un agradecimiento por haberme ahorrado ese trabajo difícil. La literatura casi no se ocupa de la vida de los pequeños pueblos, de la gente que se pierde en esas tramas tediosas casi laberintos. Aire Líquido, la obra de Soledad González que tuve la suerte ver en el Cepia indaga con profundidad y lucidez ese mundo agobiante. La ruta siempre como una alucinación que puede traer fortuna o desgracia, los relatos ínfimos, el observador producto de los nuevos oficios de la desnaturalización del estado que para no volverse loco trata de reconstruir la poética febril del asediado, los camioneros que tropiezan con la muerte a cada instante, el Ícaro que a todo pueblo llega para liberar el erotismo y todas las fantasías posibles, esas chicas con brazos de boxeadores que quisieran abrazarlo hasta quitarle la vida, esas cosas que pasan ahí mientras nosotros pasamos de largo hacia otro lugar sin detenernos. Por suerte Soledad se detuvo para hacernos ver que de soledad y veneno no solo se vive y muere en las grandes ciudades.


Omar Hefling.
Periodista y escritor.
Córdoba, 2009

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